martes, 1 de abril de 2025

William T. Vollmann: La camisa de hielo

Idioma original:
Inglés
Título original: The ice-shirt
Año de publicación: 1990
Traducción: José Luis Amores
Valoración: Bastante recomendable

A estas alturas, ya deberíamos saber que William T. Vollmann es un autor "peculiar". Por lo tanto, a nadie debería sorprender que una novela (más o menos) histórica escrita por el californiano se parezca poco a nada a la inmensa mayoría de novelas históricas.

En palabras del propio Vollmann, mi objetivo en "Siete sueños" ha sido crear una historia simbólica, o séase, un relato de orígenes y metamorfosis a menudo falso, comparado con los hechos reales tal como los conocemos, pero cuyas inexactitudes no hacen sino ahondar en la verdad. ¡¡¡¡TOMA YA!!!!

Primera parte de la septología Seven dreams sobre el choque entre los colonizadores europeos y los nativos americanos, La camisa de hielo sería la "prehistoria" de esa colonización bajo la forma de reescritura de las sagas nórdicas (¿sabéis a quién le encantaban las sagas nórdicas? Sí, a Jorge Luis Borges, sí). De hecho, prácticamente la mitad del libro es una larga introducción, salpicada de algún que otro inciso que nos lleva a los años 80 del siglo XX, acerca de leyendas, violencias y tensiones entre distintos reyes y personajes del más variado pelaje hasta llegar a Erik el Rojo y sus descendientes.

Esta primera mitad del texto semeja más una colección de microrrelatos en los que, si bien se establecen conexiones, queda la impresión de cierta falta de profundidad. Eso sí, hay historias verdaderamente magníficas (me encanta la del rey Harald, que conquistó todo Noruega como prueba de amor), realismo mágico a cascoporro y una poética de lo más sugerente.
(...)aquel viento temible que, aunque no veían que fuera blanco, barría tal cantidad de nieve contra ellos que casi les asfixiaba; tampoco era negro, aunque había tal negrura en su interior que veían lo mismo con los ojos abiertos que cerrados; arrancó las puntas de los icebergs, desprendiendo hielo de hielo y haciendo que de las hendiduras manara nieve que corría por las laderas de los acantilados como sangre blanca y espumeante; y el cielo chilló por cada fisura que encontraba o abría hasta que el océano, pese a estar congelado, crujió y restalló, rompiendo contra el oleaje de aquel otro mar de viento

Más interesante me resulta la segunda parte de la novela, la que pone el foco en Freydis, descendiente de Erik el Rojo que parte hacia Vinlandia (actual Terranova, Labrador, etc), en la rivalidad que se desata con otros colonos y en el choque con los nativos. Sin dejar de lado ese elemento mítico que recorre todo el texto (profecías, sueños premonitorios, hechiceros...), creo que los personajes se muestran en toda su complejidad, que es mayor la profundización en las relaciones entre ellos, que se ahonda en los motivos que los mueven, etc. 

Todo esto sin olvidar los que creo que son los principales puntos fuerte del texto: descripción de paisajes, metáforas y símbolos, en los que se combinan ficción y no ficción, mito y realidad, Historia e "historias".

En resumen, una novela complicadita (sí, tetes, es Vollmann) que nos habla del presente, ahora que cierto tipejo de color naranja pretende apropiarse de Groenlandia, a través de la revisión de leyendas y mitos de un pasado no tan lejano como pudiera parecernos.

P.S.: Preciosa edición la de Pálido Fuego. Tipografía, ilustraciones, cubierta, papel... Un lujo, vaya.

También de Vollmann en ULAD: La familia real y El atlas

lunes, 31 de marzo de 2025

Edogawa Rampo: La bestia entre las sombras

Idioma original: Japonés
Título original: 影の中の獣
Traducción (al catalán): Mei Gutiérrez
Año de publicación: 1928
Valoración: Recomendable (sobre todo para incondicionales de Edogawa Rampo y amantes de la literatura detectivesca)

He leído mucho al escritor japonés Edogawa Rampo. También he criticado (y bastante) varias de sus obras. Nunca lo hago con dureza, porque en el fondo me parecen extremadamente entretenidas y hay una enternecedora ingenuidad en ellas, pero me es imposible negar que a menudo obligan a suspender la incredulidad en demasía, o que apuestan por elementos argumentales inverosímiles.

Pues bien, La bestia entre las sombras es una expeción. Y es que esta novela corta es puro Rampo, pero sin los excesos algo pasados de rosca a los que el autor nos tiene acostumbrados en obras de inclinación "pulp" como La bestia ciega o El Lagarto Negro.

Hay un argumento enrevesado y muchos giros de tuerca en La bestia entre las sombras, cierto, pero en ningún momento pierden credibilidad. El erotismo permea la obra, de acuerdo, pero aunque es decadente, morboso y hasta me atrevería a decir que perverso, nunca llega a extremos ridículos y caricaturescos.

A esto hay que sumarle otros tres apartados en los que La bestia entre las sombras se antoja particularmente inspirada: su estructura (capaz de progresar la historia de manera orgánica y cerrar capítulos con suculentos "cliffhangers"), sus personajes (simples pero efectivos) y determinadas escenas en el clímax (pienso sobre todo en una potentísima, que recontextualiza por enésima vez la obra y deja una sensación de incertidumbre que roza la genialidad).

Poco más que añadir; sólo insistir en que La bestia entre las sombras me ha sorprendido, porque si bien mantiene la impronta autoral de Rampo y el encanto genuino de su literatura, refina la fórmula del autor. Y es que entrega una ficción pulida, verosímil y bien estructurada, un argumento y unos personajes plausibles, un misterio atractivamente sugerente, un romance exquisitamente oblicuo (y, visto en retrospectiva, sumamente trágico) y una visión del erotismo y la perversión madura y realista, aun si todo esto es en detrimento del toque "pulp" y "eroguro" que caracterizaba otras obras del nipón. 

De modo que recomiendo entusiastamente esta novela corta de Rampo, especialmente a los amantes de la literatura detectivesca. Y a quienes vayáis a leerla os doy un consejo: acudid a ella sin que nadie os destripe su argumento, pues merece la pena dejarse sorprender por sus constantes zarandeos. Eso sí, permitid que os obra el apetito con una pequeña sinopsis: 

Un escritor de novelas detectivescas soltero, cuya obra es «considerada (...) la más intelectual del género», conoce a una hermosa mujer llamada Shizuko, con quien entabla cierta amistad. Un día, Shizuko recurre a él en busca de ayuda. Y es que un antiguo amante despechado, Hirata, la ha encontrado y está decidido a vengarse. Para ello, le infundirá miedo mediante cartas obsesivas y se declara dispuesto al acoso e incluso al asesinato. Shizuko, que no puede acudir a su adinerado marido porque éste descubriría que su esposa no era virgen cuando se casaron, tiene que confiar entonces en el narrador de la historia. Y él aceptará el caso, por un lado porque quiere ayudar a su amiga, pero también porque Hirata resulta ser el hombre tras el pseudónimo de Shundei Õe, escritor de novelas detectivescas «sangrientas, astutas y malvadas» con quien siempre sintió cierta rivalidad literaria.


También de Edogawa Rampo en ULAD: Aquí

domingo, 30 de marzo de 2025

Xita Rubert: Mis días con los Kopp

 

Idioma original: español
Año de publicación: 2022.
Valoración: está bien.

Una cosa es evitar ser tendencioso al hilar argumentos sobre sagas, relaciones de amistad, recomendaciones, etcétera y otra es que a uno, incauto, confiado, benevolente, lo tomen por lo que no es. Las notas de contratapa sobre Xita Rubert son, las tres, de escritores más o menos reputados. Las tres son elogiosas (qué otra cosa cabría esperar) y las tres abarcan un restringido (pero potente) espectro que magnifica la expectativa sobre esta novela. Hablan de debut , aunque despojan a la autora de la condición de debutante, y usan algún que otro concepto que libera a la novela de esa algo trémula cualidad de ópera prima que a veces puede suscitar algún recelo. Es decir, parece que la contratapa pretenda completar o matizar la experiencia lectora y ponernos en contexto.

Todo lo cual, habida cuenta de que, al margen de notas de prensa o reseñas, la contratapa es otro elemento promocional – con el factor añadido de que si la estás leyendo ya es bastante posible que esté sosteniendo en tus manos el objeto – me ha acabado pareciendo algo ligeramente magnificado de lo que es esta novela. Mis días con los Kopp – título de regusto europeízante – recoge una situación a través de unas pocas escenas. Entonces, diríamos, esta es una novela corta, marcada por sus omisiones, esbozada en unos pocos trazos. Virginia es una joven que acude con su padre a visitar a los Kopp, que pasan por ser un matrimonio de intelectuales de izquierdas, en el cual Andrew va a ser premiado de forma oficial, y parece que su espíritu diletante le empuja a dinamitar, de alguna manera y como respuesta al establishment, el acto en que será premiado. Todo ello de manera ligeramente grotesca, como si más que un acto reivindicativo fuese a protagonizar una travesura, la clásica performance hipotéticamente transgresora que suele perdonarse a las viejas glorias dentro de ciertos ámbitos. Esa es una sub-trama de la novela: el espíritu contestatario atribuido a cierta generación y su previsible anestesia. En las visitas, entre diálogos de escasa enjundia y un cierto juego de engaños, surge la presencia de Bertrand, del que los Kopp dicen ser padres, un individuo extraño, afectado de alguna condición mental que se ha intentado reconducir presentándolo como un performer (perdonad tanto anglicismo) y, por tanto, las manifestaciones de su condición ya no son tanto éstas como obras en que su extraña personalidad se da a conocer. Virginia resulta quedar fascinada por el personaje en cuestión, en un titubeo que es la base de la narración, por cuanto el comportamiento de Bertrand es errático e imprevisible, y la ambigüedad de la relación en sus progresivos encuentros es la espina dorsal narrativa.
¿Es esto suficiente? Aparte de un estilo correcto, de una ambientación ligeramente hippie-chic, de una tensión algo incómoda en su escasa resolución, la novela de Rubert me ha parecido más un esbozo, un relato extendido hasta no dar más de sí, que esa rutilante obra de debut que se han empeñado en presentarnos

sábado, 29 de marzo de 2025

Carlos Castilla del Pino: Pretérito imperfecto

Idioma original: castellano

Año de publicación: 1997

Valoración: Recomendable


Para ser sincero reconozco que, en un tic de lector perezoso, quizá pasado un tercio del libro miraba con ojos golosos esos volúmenes de lomo finito que esperan en la estantería. Muy mal, ya lo sé, pero este semi-tocho de quinientas páginas largas de tipografía más bien escueta se me hizo un poco cuesta arriba en algunos momentos, y eso que las memorias del psiquiatra Carlos Castilla del Pino solo alcanzan hasta sus veintisiete añitos (después escribiría una segunda parte titulada Casa del Olivo, de longitud similar).

Y es que el autor resulta seguramente excesivo en los detalles, lo valora y disecciona todo, cada situación, cada personaje (y son decenas, quizá cientos), relata con la precisión de algo que hubiera ocurrido ayer, no en vano parece ser que guarda un número ingente de documentos, notas colegiales y universitarias, recortes de prensa, cartas, nombramientos, papeles en los que apoya su memoria o con los que indaga en cada circunstancia como forzado a defender su argumentación ante un tribunal. Se diría que, más que contar su vida, lo que intenta es reconstruirla punto por punto para que, una vez impresa, quede fijada para siempre.

Pero, claro, la cuestión es que lo que cuenta es casi siempre interesante, desde la infancia en una familia conservadora y acomodada (relaciones complicadas con sus padres y hermanas, el grupo de amigos del pueblo, el odioso internado en los salesianos) hasta el inicio de la Guerra civil cuando, envuelto en su ambiente más cercano, se alista en el Requeté siendo un adolescente y asiste al asesinato de varios familiares por parte de los milicianos. En esa etapa empiezan a fraguarse el anticlericalismo y el antimilitarismo de los que Castilla hace gala a lo largo del libro, tendencias que se irían acentuando y consolidando hasta terminar en su militancia comunista muchos años después, lo que queda ya fuera del libro.

Situado entonces, por origen y educación, en el campo del tradicionalismo católico, el joven Castilla ve nacer el profundo desprecio hacia la brutalidad y la incultura falangistas, y descubrimos así esa pugna entre dos de los pilares del franquismo, tradicionalistas en principio monárquicos vs. falangistas, enfrentamiento quizá más moral o intelectual que político, que siempre se quiso ocultar y que perduraría en gran medida durante toda la vida del Régimen. 

Castilla, tan joven, muestra una voracidad incontenible de saber, es lector insaciable, y tiene muy clara su vocación médica, hasta el punto de que, los tiempos lo permiten, asiste con frecuencia a autopsias en edad aún adolescente. Pero lo más interesante de esta etapa es que, desde una posición cultural indudablemente elevada, se va fraguando su repulsa hacia un sistema que, solo en base a la sospecha o la desafección, sustituye a investigadores y catedráticos de gran valía por amiguetes, pelotas o voceros del bando vencedor. El autor no puede soportar ese triunfo de la mediocridad y el servilismo, y en pocos años una postura inicialmente tibia y mediatizada por el origen familiar pasa primero a una etapa de rebeldía algo inconsciente, hasta desembocar en una oposición cada vez más firme al cutrerío dominante en las esferas oficiales.

Castilla no es (todavía) un rojo en el sentido ideológico sino que, como él mismo refiere, esto requirió una evolución ‘desde el mero intelectualismo antifranquista (anticlerical y antimilitarista) a una auténtica conciencia de izquierda’, proceso en el que tuvo mucho que ver el azañista Vicente Lizarraga. Interesante concepto el de ‘intelectualismo antifranquista’ porque en esa época, años 40-50, con los republicanos derrotados y represaliados, asesinados o en el exilio sus dirigentes, el de los intelectuales fue quizá uno de los reductos donde empezó a germinar una oposición que todavía tendría que esperar para adquirir alguna solidez. 

Hay naturalmente mucho más, desde confesiones sobre amores adolescentes y juveniles hasta detallados relatos sobre la etapa universitaria, la práctica de la medicina en un manicomio o las temporadas en la milicia universitaria, donde se vuelca todo el desprecio hacia la vida militar, sus rutinas, su liturgia y su pobretería intelectual. Por supuesto tiene también el atractivo de ver desfilar a gran cantidad de nombres significativos de la época, como Laín Entralgo, el polémico López Ibor (que fue superior de Castilla en una larga etapa), Jaime de Mora, Ortega, Gregorio Marañón, Luis Martín Santos, Martínez Bordiú, Baroja, Torrente Ballester. Todo un elenco de personajes que, junto con otros muchos que nos serán desconocidos, componen una fotografía muy directa de esa etapa oscura y aplastante, de tal mediocridad que se entiende muy bien lo difícil que debió ser, por supuesto para cualquier ciudadano, pero muy en particular para aquellos con una mínima inquietud por la cultura y la razón. 


viernes, 28 de marzo de 2025

Mauro Entrialgo: Malismo

Idioma: español

Año de publicación: 2024

Valoración: recomendable

Ahí va la definición del palabro, antes que nada: "malismo" es un término acuñado por el autor de este libro, el dibujante de cómics (además de músico, guionista y autor teatral, tertuliano radiofónico, pero de los que molan, y pertinaz tuitero bluitero) Mauro Entrialgo, en oposición al manido "buenismo", tan del gusto de ciertos sectores políticos. Dicho de otra forma, como reza el subtítulo del libro, malismo sería la ostentación del mal como propaganda. O, por decirlo de una manera más completa -también es una definición del autor, no mía-  el mecanismo propagandístico que consiste en la ostentación pública de acciones o deseos tradicionalmente reprobables con la finalidad de conseguir un beneficio social, electoral o comercial (yo lo hubiera llamado directamente "hijoputismo", pero está claro que Mauro Entrialgo es mejor persona que éste que escribe).

Con un estilo de lo más ameno y que oscila entre la cuidadosa corrección sintáctica y semántica, y la utilización de expresiones y términos más a pie de calle, por decirlo así, Entrialgo nos va desgranando la visión que tiene él de esta insólita circunstancia: el hecho de que, hoy en día, las actitudes y acciones  consideradas, no hace mucho tiempo, como dañinas y hasta execrables no sólo no sean condenadas, sino que susciten el aplauso y la adhesión de una buena cantidad de público, ya sean ciudadanos/as que votan, seguidores de tal o cual artista o incluso clientes que se dejan los dineros en determinados establecimientos o empresas aunque les traten como el culo con excesiva confianza, que, como dice el refrán, da asco... 

El libro está dividido en capítulos bastante cortos que estudian, con profusión de ejemplos e incluso anécdotas personales, diferentes aspectos de este fenómeno; desde los más inocuos, como la moda de ponerle a los locales de hostelería nombres malotes que antes estarían reservados a los garitos más infectos (y sólo como apodos), a los más graves para la sociedad, como resulta ser la manga ancha que se tiene con políticos e incluso gobiernos que no sólo hacen, permiten y promueven actos perniciosos para la ciudadanía, sino que presumen de ello, incluso cuando se trata de auténticos genocidios -verbi gratia, lo que hace el Estado de Israel-, sabedores de que no sólo no les pasará factura alguna, sino que siempre habrá quien les aplauda.  Entre medias, ejemplos de distinta gravedad y alcance, como usar el nombre de un conocido terrorista como eslogan electoral contra el adversario político, alardear de los delitos cometidos, ya sea en redes sociales o en presentaciones de libros entre amiguetes, o convocar manifestaciones contra el sentido común y la salud pública en plena pandemia mundial. Por cierto que el capítulo que a mí me ha resultado más divertido (también preocupante, claro) es el dedicado a ese cruce contemporáneo entre la extrema derecha más malista (valga la redundancia) y los conspiranoicos, antivacunas y magufos de todo tipo; es decir, lo que el autor, en otro de sus hallazgos terminológicos llama los "nazis del misterio".

Dejando aparte los temas de otros capítulos como el auge de los personajes malistas en los productos audiovisuales de ficción o la exhibición impúdica de actitudes poco edificantes, en el ámbito religioso, tanto dentro de la Iglesia católica como en los expansivos cultos pentecostales carismáticos (conocidos comúnmente por evangélicos), el meollo del libro se centra en la evolución que ha sufrido la comunicación, política y de todo tipo, y la sociedad, en general, para, en el transcurso de apenas una década, estos comportamientos y actitudes hayan pasado de ser ocultados o, cuando menos, objeto de disculpas, a ser reivindicados sin vergüenza alguna e incluso con orgullo... Y tampoco es que Mauro Entrialgo sea un tiquismiquis al respecto; de hecho, es fundador de la ya legendaria revista gasteiztarra de humor TMEO, que no se caracteriza, precisamente, por un humor fino y diplomático y, además, creador de un personaje bastante "malista" (aunque palidece en comparación con los estándares actuales), el reportero Herminio Bolaextra. Precisamente, el epílogo del libro lo dedica a explicar porqué ha decidido dejar de dibujar a este personaje).

Por concluir, podemos decir que el libro, si no un ensayo muy sesudo -el propio autor lo denomina opúsculo-, sí que es una buena aproximación a un fenómeno en auge, por desgracia, en esta época. Es cierto que los muchos ejemplos que aparecen se refieren sobre todo a personajes y sucesos ocurridos en España, lo que puede dificultar la comprensión para quien lea el libro desde otras latitudes, si es que se da el caso, pero también aparecen, cómo no, pintorescos representantes internacionales del malismo, como Bolsonaro, Milei o su epítome en este siglo XXI, Donald Trump... (con permiso, claro está de su amo y señor Sauron, a.k.a. Putin).

jueves, 27 de marzo de 2025

Gustavo Faverón Patriau: Mínimosca

Idioma original: Español  

Año de publicación: 2024

Valoración: Imprescindible 

¿Cómo hablar, en apenas media docena de párrafos, de lo que supone un texto como Minimosca? ¿Qué decir, que no se haya dicho ya, sobre una de las novelas de año 2024? Preguntas que surgen frente a la página (más bien hoja de Word) en blanco, dudas que atormentan a este pobre reseñista frente a una obra tan vasta, tan compleja, tan exigente, tan putaobramaestra, tan 2666 de este segundo cuarto del siglo XXI.

Vaya, ya salió Bolaño. Era inevitable pues el parentesco es innegable. También debe citarse a Borges, a Cartarescu, a Sabato, a Faulkner (why not?), a Lautreaumont (por esto y por lo otro), a Macedonio Fernández (creo que Faverón y Macedonio vienen del mismo planeta)... aunque con un puntito de humor que lo separa ligeramente de los anteriores. La lista podría ser eterna, como el Museo de la (susodicha) novela, pero ya paro.

Y es que en Minimosca hay grietas, fantasmas, fisuras, senderos que se bifurcan, cantos de sirena, paradojas temporales, desdoblamientos y sotneimalbodsed, máscaras, metempsicosis, casualidades, guiños a la realidad histórica, realismo casi sucio, realismo mágico, guiños a la ciencia ficción, novela psico(i)lógica, exploraciones sobre el dolor y la violencia... Podría seguir, pero ya paro. 

Puedo hacer un campo de concentración donde solo quepa un prisionero y que el prisionero sea el guardia (p. 309)

Hay personas que nacen dos veces y son la misma y hay personas que nacen una vez pero son dos (p.523) 

Según el momento en que la recuerde, tres imágenes me vienen a la cabeza: 

  1. La de las matrioshkas, por sus historias dentro de la historia dentro de la historia dentro de la historia y así hasta el infinito (y más allá, que diría aquel)
  2. La de un cuadro cubista, por su fragmentación de líneas y superficies para representar la totalidad de la vida en un solo plano.
  3. La de un altar barroco, recargado de figuras, pero con Arturo Valladares y Mónica Buchenwald ocupando el lugar central.
Cada una de ellas es incompleta por separado (la primera porque no refleja la interconexión de todas las historias, la segunda porque elude el detalle que sí encontramos en la novela y la tercera porque a veces no tengo claro quién está en el centro del meollo), pero si cogemos un poco de aquí y un poco de allá, nos podemos hacer una buena idea.

Como ya habréis podido imaginar, Minimosca es una novela extremadamente ambiciosa en la cabe todo (desde disquisiciones filosóficas sobre arte y literatura hasta sádicos del más variado pelaje, desde "guest starrings" como la de Stephen King o Duchamp hasta Allen Gisnberg) y en la que el lector corre el riesgo de perderse con tanta referencia circular. Pero si nos dejamos llevar por el ritmo que Faverón imprime a las historias y nos sumergimos en la belleza de las metáforas que adornan el texto - formaban como una autobiografía en añicos, hecha de imágenes rotas, como son las biografías de la gente que en un momento se rompe y sus partes caen cada una en un hueco diferente -, encontraremos una novela que tendrá que formar parte, sí o sí, del canon literario del siglo XXI. ¡Lo diga Harold Bloom o no!

También de Gustavo Faverón Patriau en ULAD: Vivir abajo

miércoles, 26 de marzo de 2025

Hermann Hesse: El juego de los abalorios

Idioma original: Alemán

Título original: Das Glasperlenspiel. Versuch einer Lebensbeschreibung des Magister Ludi Josef Knecht samt Knechts hinterlassenen Schriften

Traducción: Mariano S. Luque

Año de publicación: 1943

Valoración: Imprescindible

Este es un libro al que siempre regreso. Lo he leído cerca de diez veces y, en cada relectura, me conmueve de una manera distinta. Eso es lo asombroso de las buenas novelas de formación: podemos identificarnos con el personaje en diferentes momentos de nuestra vida y, al mismo tiempo, conservar cierta nostalgia por las etapas pasadas.

En esta novela, Hesse condensa muchas de las ideas que ya había planteado en obras anteriores: la crisis espiritual de Occidente, el misticismo oriental, el teatro mágico, el autodescubrimiento y el despertar de la conciencia. Además de ser una novela de formación, bien podría considerarse una quasi-distopía: se sitúa unos siglos en el futuro, después de una era de guerras y decadencia espiritual, la llamada “era folletinesca” (identificada con nuestro presente). En ese nuevo mundo, un reducido grupo de sabios, religiosos y científicos funda una orden, casi sectaria, destinada a conservar y a unificar los más elevados conocimientos de la humanidad, dotándolos de un marco tanto espiritual como histórico. Así nace Castalia, una sociedad aislada donde el arte y el saber humano se han cristalizado y se perpetúan mediante la repetición (por ejemplo, de piezas musicales) y la investigación de documentos antiguos. Sin embargo, no se crea nada nuevo: únicamente se estudian y se celebran las grandes obras del pasado (de aquí los 'repetidores'). Bajo ese espíritu, se concibe también el tesoro de la orden: el Juego de los Abalorios, un sistema que permite fusionar las distintas disciplinas, manipular sus principios y recrearse en sus infinitas conexiones.

El eje principal de la novela es Josef Knecht, un niño seleccionado para ser educado en una escuela de la orden. Se distingue por ser un estudiante carismático e inteligente, y progresa de forma destacada en las disciplinas académicas de rigor (matemáticas, latín, música, entre otras) hasta llegar a convertirse en un verdadero maestro del Juego. En el transcurso de su aprendizaje, además, entabla contacto con diversos personajes que le ofrecen perspectivas distintas del mundo y de la espiritualidad, como un ermitaño chino o un padre dominico. Su inusual educación y férrea disciplina lo conducen a los rangos más elevados de Castalia. A partir de ahí, y como suele suceder en las historias de Hesse, Joseph atraviesa varias crisis, experimenta descubrimientos y enfrenta dudas trascendentales que lo empujan a cuestionar no solo su lugar dentro de la orden, sino también el sentido de esta en el mundo.

Si bien la trama se desarrolla de manera fluida y atractiva, lo verdaderamente memorable en esta obra es la idea misma del Juego de los Abalorios. Hesse no ofrece descripciones exhaustivas sobre sus reglas ni detalla con precisión en qué consiste; en vez de ello, aporta indicios y compara el Juego con actividades artísticas o científicas ya conocidas. Esa indefinición resulta especialmente estimulante para la imaginación del lector, cualidad imprescindible en la buena literatura de ficción.

En el libro, el Juego de los Abalorios aparece como una sutil metáfora de la aspiración humana por encontrar un lenguaje universal que unifique todas las disciplinas del conocimiento y las artes. Hesse nos habla de una estructura casi musical que integra matemáticas, filosofía, ciencia y literatura. Los jugadores, auténticos eruditos, establecen conexiones simbólicas entre conceptos de orígenes tan dispares como la armonía de una fuga barroca y la lógica de una demostración geométrica. Esta naturaleza abstracta y dinámica del Juego lo convierte en una herramienta para trascender la mera acumulación de información, acercándose a la dimensión espiritual e intuitiva del saber. De este modo, el Juego de los Abalorios no solo refuerza la cohesión de la comunidad de Castalia, sino que encarna la búsqueda incesante de un conocimiento total que, si acaso, principalmente creado para la meditación y la contemplación pura. Es una idea realmente estimulante.

Leer El juego de los abalorios es adentrarse en una reflexión sobre el conflicto entre la búsqueda intelectual y la necesidad de involucrarse con la realidad que nos rodea. Para Hesse, el saber y la espiritualidad no son fines en sí mismos, sino medios para alcanzar un mayor entendimiento de nosotros mismos y de nuestro mundo.

Otras obras de Hermann Hesse en ULAD: El lobo esteparioDemianBajo las ruedas